miércoles, 23 de octubre de 2013

http://es.un.lexdir.com/articles/divorcios-por-mediacion-con-elemento-extranjero-y-menores-a-cargo-1455

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DIVORCIOS POR MEDIACIÓN CON ELEMENTO EXTRANJERO Y MENORES A CARGO



Cuando todavía la ley 5/2012 de Mediación para asuntos civiles y mercantiles está en desarrollo y en la Comunidad de Madrid la Ley 1/2007, de 21 de febrero, de Mediación Familiar aun carece de un Registro de Mediadores en el que se describan los profesionales formados para el ejercicio de la profesión, algunos con nuestra tarea diaria tratamos de dar respuestas adecuadas a los conflictos que sufre la sociedad en general y, muy específicamente, a los clientes que acuden a nuestros despachos para narrarnos los problemas que les acaecen.


La sociedad española se vió profunda y afortunadamente transformada por un flujo masivo de inmigrantes llegados de los cinco continentes en los primeros años del siglo XXI. Esta transformación significó no sólo un cambio del diseño de nuestra sociedad, sino también una variación de hábitos, estilos de vida, formas de pensar y sentir y profundas diferencias en la forma y en el fondo de nuestras costumbres.


Llegaba un momento cumbre que implicaba conocer al “otro”, a es@ otr@ que conocíamos únicamente a través de las noticias de televisión y que nos era difícil situar en el mapa. Ese momento cumbre tenía también una perspectiva contemplada a través de los ojos del extranjer@, que se aproximaba en muchos casos sol@ y alejado de los suyos a una forma de ser y de pensar, que le era extraña y muchas veces esquiva.


Muchas parejas se crearon y fortalecieron aquí en las que uno de sus miembros era un extranjero. Es cierto que muchas parejas, no sin esfuerzo, han logrado cimentar una relación sólida, creando una familia. y con visos de prolongarse en el futuro, pero tampoco puede negarse que muchas otras han tirado la toalla y han caído en la dinámica de las sociedades occidentales de nuestro tiempo, caracterizadas por mayor número de divorcios que de matrimonios.


La mayor parte de los problemas que les aquejan son muy parecidos a los que sufriría cualquier pareja en cualquier parte del mundo, pero el hecho de que uno de los miembros de la pareja sea extranjero y tenga aquí o allí descendencia, va a marcar un punto de diferenciación muy importante que les hace ser particularmente especiales, pues requieren a un profesional que sepa profundizar en su forma de ser y de pensar, y que comprenda sus estrategias para escapar del conflicto que le atañe. Estas particularidades afectan tanto a las parejas mixtas (español y extranjero), como a las parejas en las que los dos son extranjeros.


Y ¿Cuáles son estas estrategias?, ¿qué particularidades tiene un proceso de mediación familiar en el que se plantea un divorcio o ruptura convivencial y afectiva con uno de los miembros de la pareja como extranjero y además existe un hijo/a de ambos?


El hecho más frecuente con el que nos encontramos en una sesión de mediación es que uno de los cónyuges, normalmente la madre, quiere alejarse del otro y llevarse al hijo consigo. Ante una tesitura tan compleja, puesto que el mediador debe ser especialmente escrupuloso con el bienestar y desarrollo personal, social, físico y afectivo del menor, lo primero que percibe el profesional es que este tipo de procesos requiere de un alto nivel de creatividad, a la vez que un exquisito tacto y habilidad para que las partes –normalmente con alto grado de enfrentamiento y desgaste de su relación- se motiven para encontrar una fórmula que complazca a ambas partes y que sirva para garantizar el pleno desarrollo del menor.


Lo primero que debo indicar al respecto es que esta casuística es muy común. Quien trabaja en colaboración con un despacho de abogadas especializadas en temas de extranjería, familia y violencia de género, como un servidor, puede dar testimonio de la inusitada frecuencia de esta realidad.


Una vez que el mediador se asoma a esta circunstancia tiene que explorar la real naturaleza de este “y tú, a Londres,..y yo, a California”.


No es nada fácil.


Los pasos que pueden trazarse a partir de este momento deben estar muy bien delimitados por el mediador. Y dado que el mediador ni ofrece soluciones, ni puede ni mucho menos debe condicionar las motivaciones y los puntos de vista de sus clientes, el camino que el profesional de la mediación puede recorrer es angosto y complejo.


En mi ejercicio profesional, a la parte deseosa de poner distancia con su pareja y llevarse al hijo, le he propuesto un caucus1 o reunión privada con objeto de explorar los fundamentos de esta decisión y si sólo se trata de una necesidad de escapar.


Esta reunión privada exploratoria tendría como principal objetivo conocer si el miembro de la pareja ha reflexionado lo suficiente para determinar en qué medida afecta esta decisión al menor.


Una reflexión capital que sobrevuela la mente del mediador en una situación como la descrita es que observa como el divorcio se maneja también como un conflicto de poder. Tal conflicto de poder está determinado por el hecho de que el miembro de la pareja que quiere llevase al menor consigo tiene dos pretensiones: una primera, cree ser propietario/a del menor y piensa que este sentimiento distorsionado le faculta para apropiarse de él como si fuera un bien de consumo y, evidentemente, la segunda pretensión, directamente ligada con este discurso de apropiación del menor es dañar en lo más íntimo al otro miembro de la pareja, condicionándolo e hiriéndolo al terrible “precio” de dejar a un hijo privado de su progenitor.


¿Qué pasos, estrategias, y discurso puede tener un mediador que debe de ser ante todo neutral, no invasivo y no condicionante? ¿No es cierto que, en estas situaciones, y en muchas otras, el corsé de la neutralidad, de la no invasión del mediador, pueda estar excesivamente ceñido? Pienso que con el tiempo, a medida que el ejercicio de la mediación logre ser un hecho patente en la sociedad española y a medida que los mediadores nos veamos cara a cara con situaciones límite que pongan en jaque los aspectos clave de nuestro ejercicio profesional, quizá sea un momento para reflexionar sobre las pautas de dicho ejercicio y sus límites.


Si existe un cometido primordial en la labor del mediador familiar es garantizar que todos los acuerdos tomados por las partes velen por el desarrollo psicofísico del menor y, de manera muy especial, por su equilibrio emocional. Los psicólogos manifiestan que tras la ruptura de sus padres, los menores sufren este proceso y se aprecia en ellos depresión, pérdida de la autoestima, autoinculpación e inseguridad.


Esta situación altamente compleja y desgraciadamente tan habitual ni tiene una solución fácil, ni existe ninguna metodología que establezca unos pasos o unos criterios a seguir y solamente cuando quedan palpables los daños que puede sufrir el menor por tener a uno de sus padres lejos, puede ser revertida y encontrar otras fórmulas que beneficien al menor sin privarle de las atenciones y cuidados de un progenitor.


Son múltiples las preguntas que puede hacerse al progenitor deseoso de marcharse con su hijo: ¿Qué tan está unido su hijo a su padre/madre?, ¿tiene otros hermanos o medio hermanos con los que haya convivido y se sienta especialmente unido?



Todavía a día de hoy, 21 de octubre de 2013, no existe consenso entre mediadores (tampoco entre los abogados) a la hora de conocer, a partir de una determinada edad, y salvaguardando todas las condiciones legales, los propios puntos de vista del menor y su voluntad.


Como muy bien señala D. José Díaz Cappa, Fiscal de la Fiscalía de Illes Balears, existe la consideración del menor como receptor indirecto del resultado de la mediación, lo que podríamos acuñar con el término de “beneficiario de la mediación” y, por otra, la consideración del menor como verdadera parte del proceso mediador por su directa relación con el conflicto objeto del mismo. Ello resulta del concepto amplio de conflicto familiar (objeto de la mediación) que venimos manejando, y que determina, a su vez, necesariamente, la necesidad de evaluar la capacidad general y concreta de un menor para adquirir y desarrollar eficazmente tal posibilidad (a modo de derecho).


A este respecto, me parece esencial la reflexión y la acotación realizada por D. José Díaz Cappa, cuando señala: “Es necesario, pues, considerar la capacidad jurídica del menor, esto es, su capacidad para ser titular de derechos inherentes a la persona; y su capacidad de obrar, esto es, su aptitud para ejercitarlos, debiendo tener en cuenta que el art. 2.2 de la Ley Orgánica 1/1996, de Protección Jurídica del Menor, dispone que “las limitaciones a la capacidad de obrar de los menores se interpretarán de forma restrictiva” y el art. 9 del mismo texto legal viene a recoger un principio general de audiencia al menor, al establecer que “El menor tiene derecho a ser oído, tanto en el ámbito familiar como en cualquier procedimiento administrativo o judicial en que esté directamente implicado y que conduzca a una decisión que afecte a su esfera personal, familiar o social”. Aunque tales consideraciones puedan parecer ajenas a la mediación, no lo son, pues todas apuntan a la necesaria consideración previa por el agente mediador, por un lado, de las posibilidades reales de sometimiento del menor al proceso mediador, y, de otro, de la verosimilitud, consistencia y no condicionamiento de la voluntariedad del sometimiento del menor al referido proceso, así como de la real comprensión por el mismo, tanto de su contenido como de sus objetivos, esto es, la valoración de lo que podría denominarse capacidad natural, entendida como posibilidad real de toma de decisiones plenamente consentidas, válidas, y no condicionadas”.


El mediador, por tanto deberá evaluar, con sumo detenimiento y respetando escrupulosamente todos los preceptos legales, la idoneidad o no de la participación del menor en la mediación.


Como he reiterado, la mediación familiar en un divorcio con elemento extranjero y un menor a cargo presenta un escenario en el que los actores principales, si mantuvieran la postura de alejamiento del otro miembro de la pareja y uno de ellos llevarse al menor consigo, tienen muy difíciles sus vías de acuerdo y el mediador un trabajo arduo.


Quedarían por explorarse acuerdos de tipo paliativo: pasar vacaciones largas con el miembro de la pareja con la que no convive el niño, tratar de analizar ciclos educativos completos con uno u otro, o bien un año escolar con uno u otro y, si la única solución fuese irse, cómo establecer un régimen de visitas. Estas situaciones son dolorosas y de difícil cumplimiento, tanto en muchos casos por la lejanía, por la situación en la que queda el progenitor que no va a convivir con el niño, por la carestía de los viajes y por un largo etcétera.


De ahí que si estas modestas páginas sirven para que las parejas que afrontan este tipo de situaciones reflexionen sobre las mejores decisiones que pueden tomar para el bienestar de sus hijos y de sí mismas, entonces habrá valido la pena escribir esta guía.


Javier Puerta Velasco
Mediador-Experto en Resolución de Conflictos
Tel. Fax. +34 91 1308393
Móvil 610253067
E-Mail javier@suarezypuertamediadores.net
www.suarezypuertamediadores.net
www.suarezabogadas.net
http://jpuertavelasco.blogspot.com.es/




1. Caucus es la reunión privada que en el procedimiento de Mediación, el Mediador utiliza para la resolución del conflicto, donde escucha a las partes bajo absoluta reserva. Es una reunión efectiva para comprender las posiciones, averiguar sus intereses y trabajar, con la información de las partes en discordia, en un acuerdo posible. De acuerdo con la definición dada por Manuel Alvarez-Trongé

jueves, 19 de septiembre de 2013

MEDIACIÓN INTERCULTURAL: FUNCIONES, TRABAJO Y CUALIDADES DEL MEDIADOR

El primer aspecto que debe ser remarcado es partir del concepto de “relación intercultural” para poder profundizar con posterioridad en las funciones y posibilidades del mediador a la hora de canalizar este tipo de  conflicto. Cabría decir que toda relación intercultural se establece o debe establecerse sobre la base de criterios de respeto a la diversidad y centrándose en el beneficio mutuo. La clave de la relación intercultural es la sinergia, es decir, la colaboración o trabajo en conjunto  para la consecución de fines diversos en la interacción social. La interacción social y, en mayor escala, la interacción entre culturas diversas y no homogéneas es causa del conflicto, el cual puede y debe resolverse con respeto hacia “el otro” y hacia la diversidad, con diálogo y la escucha mutua y activa, rasgos que posteriormente detallaré en las técnicas y estrategias necesarias para resolver el conflicto.

Otro aspecto importante que es necesario reseñar aquí es lo que podríamos denominar el “ámbito de la interculturalidad”. Me parece fundamental indicar que por interacción intercultural entendemos  no sólo aquella que se produce entre nacional y extranjero, sino también aquella que acontece entre hombres y mujeres de las culturas en conflicto, entre adultos y menores, entre individuos de diversa condición social, etc.

Estas ideas previas que sintetizo son, a mi juicio de gran calado, en el momento en el que se solicita la intervención de un mediador, al que se le ha añadido el calificativo de intercultural, ejercicio que, a día de hoy, aparece muy difuminado por la legislación y está poco reconocido. Las complejidades de la vida multicultural y las relaciones que mantiene foráneos y nativos obligará a precisar, dentro de mi criterio, la funcionalidad del mediador y, asimismo, me conducirá a detallar qué tipo de mediaciones pueden ser llevadas a cabo y qué estrategias y conocimientos serán de capital importancia para que el mediador pueda hallar vías de acuerdo.




FUNCIONES, TRABAJO Y CUALIDADES DEL MEDIADOR INTERCULTURAL

Me gustaría hacer en un primer lugar un análisis a fondo de cuál debería ser el trabajo del mediador intercultural y las características que deberían concurrir en su persona para que su función diera el éxito esperado.

Con objeto de que estas cualidades se observen de la manera más gráfica posible, voy a desarrollar una tabla en la que se describan tanto el modus operandi del mediador  intercultural, como la relación de la situación social en barrios o sectores de nuestras ciudades que se ven afectados por conflictos interculturales...

CUALIDADES DEL MEDIADOR INTERCULTURAL

 Conocer la realidad con la que trabaja para prever conflictos.

Conocimiento del contexto social, político y cultural donde se va a desarrollar concretamente la mediación

Como regla fundamental del mediador es que su trabajo debe encaminarse no sólo para el acuerdo sino más fundamentalmente para la prevención de nuevos conflictos futuros.

Otro aspecto a mi juicio esencial es que el mediador debe tener un conocimiento bastante amplio sobre las partes implicadas en el conflicto (véase vecinos autóctonos e inmigrantes).

Es muy importante que el mediador intercultural esté muy formado desde el punto de vista de la comunicación.


METODOLOGÍA

El principio metodológico fundamental a mi juicio debe ser sostener la neutralidad a toda costa, dado que el mediador nunca debe ser contemplado como un gestor de recursos y soluciones sino como una figura neutral que puede hacer de puente para canalizar esos recursos.

Debe estar encaminada a combatir el acento en la diferencia y también el mediador debe tratar de evitar la universalización a partir de lo propio.

 Desde mi punto de vista, el mediador se debe asesorar y realizar co-mediación.

 Metodológicamente debe trabajar con todos los grupos implicados.

 Mejorar y potenciar el conocimiento mutuo.

CONOCIMIENTO REALIDAD SOCIO-POLÍTICA

Muchas de nuestras ciudades se caracterizan por su distribución en barrios con estructuras sociales definidas. En los barrios obreros y en otros de clase media se han instalado comunidades de otros países buscando un sustento.

Los inmigrantes viven en una inestabilidad legislativa, ya que no encuentran facilidades para mantener su status legal.

Existe una convivencia difícil entre unos inmigrantes vulnerables y la comunidad autóctona.

No se deben romper puentes de unión, sino crearlos y fortalecerlos, procurando encontrar vías de entendimiento y sinergias. Creemos puntos en común. La convivencia es ambivalente crea situaciones conflictivas,  pero a la vez ayuda a ver perspectivas nuevas y cauces de entendimiento.

Dialogar para rechazar el enfrentamiento y buscar salidas.

En esencia, el mediador intercultural señalado para llevar un caso como el que nos ocupa deberá conocer en profundidad la cultura autóctona y el sentir y pensar de las culturas foráneas. Para ello, deberá informarse adecuadamente y hacer previamente un trabajo de campo, que le permita conocer en detalle los puntos de vista de los vecinos tradicionales y, al mismo tiempo, gobernar la información suficiente acerca de las comunidades latinas residentes y de otras culturas.

Debo hacer un gran énfasis en que este criterio no va a romper en absoluto la neutralidad e independencia que deben gobernar las acciones del mediador, pues no existe verdadera neutralidad sin conocimiento.

De igual forma y como es muy difícil, lento y laborioso manejar amplios niveles de información sobre culturas heterogéneas, a mi juicio éste sería uno de los casos que se prestaría para la co-mediación. Sería imprescindible que diversos profesionales pudieran hacer frente no sólo a la información, sino que aportaran también sus puntos de vista y su ejercicio profesional a la hora de canalizar los posibles encuentros entre las partes en conflicto y las entrevistas que pudieran ser realizados en todos los grupos sociales implicados.

Llegados a este punto, creo imprescindible la participación de un antropólogo social y/o de un sociólogo especializado en el conocimiento de conflictos en el mundo urbano para que, en colaboración con el mediador pudieran encauzar con habilidad el conflicto.

Hasta el momento presente, septiembre 2013, cuando redacto este texto, no existe ni una metodología ampliamente consensuada, ni protocolos del ejercicio del mediador intercultural.

 Me he puesto en contacto con dos de los grandes especialistas a nivel internacional sobre los conflictos interpersonales, intergrupales e interétnicos, como son Aldo Morrone y Dominique Dabate, quienes trabajan en Quebec y tienen una larga trayectoria en este tipo de conflictos y también en conflictos familiares.

Me informan de que existe en Washington D.C. una serie de investigadores que recopilan todo tipo de información de cómo se gestan los conflictos intergrupales y sociales con componente interétnico. Igualmente me señalan que se estudian culturas diversas (españoles, italianos, franceses, indues, pakistaníes, otros asiáticos y africanos), tratando de observar las dificultades, modo de pensar y actuar de estos grupos sociales y su relación con la cultura dominante autóctona americana.

Se constata en este trabajo la necesidad de que los mediadores se capaciten y se formen al máximo para saber llevar a cabo su labor profesional. Esta información les permitiría gestionar y regular el conflicto de una manera adecuada.

Queda igualmente reflejado en estos trabajos de investigación que las teorías liberales, funcionalistas y marxistas han tratado de minimizar este tipo de conflictos.

En pocas palabras, un grupo étnico o una etnia es una colectividad que se identifica a sí misma y que es identificada por los demás conforme a criterios étnicos, es decir, en función de ciertos elementos comunes tales como el idioma, la religión, la tribu, la nacionalidad o la raza, o una combinación de estos elementos, y que comparte un sentimiento común de identidad con otros miembros del grupo.

En esta afirmación se observa claramente el encaje con la definición antes mencionada de comunidad que se identifica y es identificada por los demás. Esta identificación va a conllevar que el mediador lleve a cabo por una parte estudios de carácter cualitativo, pero también de carácter cuantitativo y, en mi opinión, deba convertirse en una figura de control social que realice tareas de prevención para situaciones futuras, muy particularmente en la educación, con respecto a la diferencia.

A tal fin, el mediador deberá desarrollar un tipo muy especial de comunicación. Me parece esencial que el mediador esté dotado de unas capacidades nada desdeñables en el manejo de la comunicación. Los datos que nos aporta la investigación sociológica muestran habitualmente que amén del conflicto manifiesto, hay un conflicto latente que se ha ido consolidando con el paso del tiempo. En este tipo de conflictos suelen citarse una serie de provocaciones por las partes en conflicto, ya que es el lenguaje, incluso antes que la propia realidad, lo que describe la raíz del conflicto.

Ese tipo de conflicto larvado, con una evolución hacia un conflicto social grave va a requerir, como señalo, la imperiosa necesidad de un giro radical en la comunicación, que los mediadores deberán llevar a cabo.

Si a mí se me encargara este caso, uno de los elementos o de las técnicas que utilizaría sería lo que en la Teoría de la Comunicación Humana se conoce como “escucha reflectante, cuya finalidad es extraer el sentimiento oculto tras las palabras.

La intención fundamental del mediador es que se favorezca el contenido emocional oculto de todos los intercambios verbales con objeto de mejorar y potenciar la calidad de la comunicación.

De la misma forma que antes señale que no existe verdadera neutralidad, elemento fundamental caracterizador del mediador sin un profundo conocimiento de la situación social de las partes en conflicto, también quiero poner el énfasis en que para tener una capacidad de decisión que las partes deben tomar en su momento, es imprescindible alcanzar unos niveles aunque sean mínimos de comunicación. A mi entender la comunicación entre las partes falla porque quedan esos conflictos previos no resueltos y, para ello, es crucial esta técnica de la escucha reflectante.

Y además esta comunicación deberá ser controlada por parte del mediador o de los mediadores enraizándola en el tipo de conflicto que estamos tratando y que, a mi juicio, se debe a  cambios en la posición de un grupo étnico dentro del marco social más amplio.

Javier Puerta Velasco

Mediador-Experto en Resolución de Conflictos

Tel. Fax (91) 1308393

Móvil 610253067





viernes, 6 de septiembre de 2013

LA IRA:UNA EMOCIÓN RECUPERADA EN MEDIACIÓN


Probablemente uno de los retos más importantes y difíciles para el mediador sea tener la maestría y capacidad para manejar los brotes de ira en las sesiones de mediación.

Pese a que son ya muchos los estudios llevados a cabo acera de la ira y las personalidades propensas a las mismas, son todavía muy escasos aquellos que se refieren a cómo debe ser manejada la ira por un mediador avezado.
El caso es que, a nuestros despachos, acuden personalidades problemáticas poco accesibles a la negociación, a la aproximación y al entendimiento. Quienes bregamos en el mundo de la mediación familiar e intentamos transformar la discordia en acuerdos estables, percibimos día a día que ha aumentado notablemente el nivel de irascibilidad en la población en general y que los conflictos producidos por reacciones iracundas incontroladas son cada vez más cuantiosos
Debemos partir de la idea de que la "ira" no es una emoción cualquiera. .La complejidad de conceptualización de la ira estriba en su definición. Si acudimos al Roget's University Thesaurus y hacemos una búsqueda del término “anger” (ira, en inglés) nos daremos cuenta de que son múltiples los campos lingüísticos que abarca. Entre otros:
  •  Violencia
  •  Excitación
  •  Excitabilidad
  •  Ausencia de Excitabilidad
  •  Resentimiento
  •  Perdón
  •  Venganza
Encontraremos aproximadamente más de trescientas entradas, de las cuales muchas de ellas son frases hechas y referencia literarias.
La ira es un concepto polisémico, que ha ido evolucionando a lo largo de la historia, que reproduce un estado del ser en su totalidad y que ha sido abordado desde los orígenes de la raza humana desde diferentes campos de investigación y con valores contrapuestos.
Si nos atenemos a lo que dice de ella el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, vendría definida como:
ira.
(Del lat. ira).
1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.
descargar la ~ en alguien.
1. loc. verb. Desfogarla contra él.
~ de Dios.
1. loc. interj. U. para manifestar la extrañeza que causa algo, o la demasía de ello, especialmente cuando se teme que produzca sus malos efectos contra nosotros.
llenarse alguien de ~.
1. loc. verb. Enfadarse o irritarse mucho.
Sin embargo, esta definición no refleja las diferentes concomitancias de la ira, tal y como es entendida por los estudios científicos, sociales, jurídicos, antropológicos y literarios.No obstante, de esta definición podemos extraer diferentes aspectos. La ira se trata, por tanto, de una pasión que es la causa de la indignación y el enojo, que mueve a la venganza, que despierta la violencia y la agresividad, que es reiterativa en el tiempo y se aprecia en actos de saña, encono y venganza.
Por tanto, cabría decir que la ira es una respuesta emocional y fisiológica a otra emoción primaria que causa tanto dolor emocional y/o físico. Está fundamentalmente asociada a perturbaciones en el sistema límbico, que es el área cerebral más antigua y que está destinado a proveer protección y prepararnos para defendernos de situaciones potencialmente peligrosas.
La comunidad científica estima que la ira es una emoción natural y, por tanto, no debe ser ni ignorada, ni minimizada.Ira no es lo mismo que agresión y no debe ser contemplada como una excusa para la agresión.
A mediados del mes de junio de 2013, he acudido a un taller de mediación, impartido por el eminente mediador y abogado, Francisco Díez, acerca de las "Conversaciones Difíciles" y que se ha centrado en establecer un marco de acción  contra la perturbación que supone encontrarnos de cara con las personalidades poco o nada proclives a acuerdos favorables. D. Francisco Díez ha seguido el método Ury-Fisher de la Escuela de Harvard. He de  decir que su exposición ha sido brillante, pero permítaseme poner en duda que el Método de Harvard aporte primero un conocimiento profundo de lo que es la ira y,segundo, un enfoque verdaderamente práctico para manejar  la ira  en mediación. No puedo negar el esfuerzo de este método en abrirse a un campo como la mediación familiar, ni sus iniciativas, pero tampoco puedo esconder mis dudas sobre su eficacia en este aspecto..
Las causas sobre mis temores son varias:



           1.- Superficialidad del método: el método es útil, pero profundiza muy poco en la naturaleza humana. Está tan acostumbrado a aplicar estas estrategias en otros campos que hay un cierto resabio. La mediación familiar es tan especial, habla tanto de nosotros, de nuestra propia naturaleza de humanos que nos obliga remirarnos aún más y tratar de conocer de dónde provienen nuestras pasiones más ignotas y cómo superarlas para encarar nuestras relaciones con sosiego.



            2.- Da por hecho la viabilidad del método en todos los casos. Olvida la tremenda dificultad, cuando no imposibilidad manifiesta, que se va a encontrar el mediador cuando aparezca en su despacho un cliente con personalidad límite (borderline), otro con trastorno bipolar u otro afectado por el llamado Síndrome del Hombre Irritable (IMS). Esta circunstancia prueba la necesidad de la comediación, pues conocimientos aportados por diferentes profesionales con diferentes enfoques, añaden perspectivas creativas y mejores resultados que benefician a nuestros clientes
Y no es sólo el Método de Harvard el que muestra sus deficiencias. Igualmente, el psicoanálisis no ha dado grandes pasos  al respecto. Ya Lacan , entre 1959 y 60, en la octava clase del seminario titulado "La Ética del Psicoanálisis", se quejaba de forma amarga de lo poco que le había interesado la ira al psicoanálisis.

Es cierto que han sido y son muchas las investigaciones sobre esta emoción que causa tantos desastres sociales y personales y nos arrima al hastío. Y también es cierto, que nunca ha dejado de haber un interés científico-técnico sobre la ira y sus múltiples concomitantes, pero tras haber repasado en profundidad la historia de esta emoción me he dado cuenta de que ya los clásicos habían percibido con claridad gran parte de los rincones escondidos de esta emoción.

Ya en el siglo I antes de Cristo se conocía bastante bien, por poner un ejemplo, el “trastorno bipolar” o “síndrome maníaco depresivo”, como se le conoce técnicamente y cuáles eran sus trastornos aparejados, entre ellos, la ira en cualquiera de sus fases, tanto en la fase maníaca como en la depresiva, con diferentes alteraciones.

En los siglos IV y V antes de C. se habían escrito tratados enjundiosos o diálogos muy demostrativos de la naturaleza de esta emoción y habíamos quedado literalmente prendados no sólo de su belleza estilística, sino del reflejo científico, técnico, literario y humanista de sus descripciones.
Plutarco había escrito en el siglo II de nuestra era un tratado, que me parece magistral acerca del refrenamiento de la ira.

Desde entonces, si ha habido muchas investigaciones, más clínico-psicológico-psiquiátricas que otra cosa, pero investigaciones las ha habido.
No puedo negar que tras la aparición de la ley 5/2012 de Mediación en asuntos civiles y mercantiles, se ha recuperado el interés por lo que la ira significativa en nuestras vidas, pero creo que ese interés falta por ser pulido, organizado, desarrollado, pues el mediador no debe ser el Gary Cooper que quede sólo ante tamaño peligro.
No obstante, si esta recuperación del interés por la ira resulta ser tan sincera y mantenida en el tiempo como deseo, la saludo con enorme reverencia.
Pienso que el mediador, en un mundo cada vez más convulso y complejo, que cada vez cambia con mayor rapidez, debe afrontar retos extremos y éste es uno de ellos. Nos ha costado miles de años de evolución aprender a leer y escribir, pero nos está costado mucho más tiempo entender nuestras propias emociones y su alcance.
Confío en que seamos capaces entre todos de aprender cuantas técnicas sean posibles para efectuar la mediación con el mayor rigor y hacer que se eleve a arte nuestro trabajo, pero mucho antes que todo ello debemos poner todo nuestro empeño en tratar de entendernos sin destrozarnos y poder crear sin idealismos, un futuro de paz y no violencia.

lunes, 15 de abril de 2013

MEDIACIÓN Y COSTE ECONÓMICO




Muy interesante es la aportación de D. Alfonso Fabregat en su blog de LawyerPress, acerca del "cambio de paradigma" y su relación con la estimación de los costes derivados de un proceso de mediación. Sin embargo, creo que debería ir en plural. Me parece más conveniente el término " cambios de paradigmas" para referirnos a unas necesarias y urgentes transformaciones que deben darse a nivel social, pero también en todos los partícipes en los diferentes procesos de mediación.

Por una parte la sociedad, es decir, todos debemos tener muy claro que la medición tiene por objeto la resolución pacífica de los conflictos. Luego el trasvase conflicto/ disputa/batalla/pelea por PAZ, y no la paz de palabra huera y "queda bien", sino aquella entendida, asumida, deseada, comprendida, buscada con ahínco y determinación, es multibeneficioso tanto desde el punto de vista social-cultural, pero también económico.
¿Porque cuánto supone un conflicto?, y ¿un conflicto llevado al extremo?, ¿Cuánto es el coste para la salud, la vida, la integridad, la estabilidad mental, mal humor,...?
Este es uno de los lados del cambio de paradigma. Cuando se habla de lo que se puede ahorrar un cliente con el uso de la mediación, creo que los mediadores, los que nos sentimos profundamente involucrados en este proyecto a gran escala que es la mediación y que es un proyecto revolucionario y transformador de una sociedad anclada en la agresión y en la utilización del litigio como arma, debemos avanzar en el enfoque y no hablar solamente de que se evita pagar a un profesional más o a un profesional menos, y que si esta tasa de aquí o esta tasa de allá. Se trata de exponer también que los estados de desequilibrios pertinaces tienen un coste muy elevado para nuestra vidas y que tenemos que aprender a encauzar nuestra vida y nuestros conflictos de una manera sana.
Paradigma transformador dos. Estoy casado con abogada y respeto y valoro mucho a esa profesión. Yo no lo soy. Soy filólogo. Aunque como me dijo Aldo Morrone, el eminente mediador, ahora soy mediador. Pero los amigos letrados deben transformar su paradigma y dejar de pensar que la mediación debe ser su coto vedado. También los abogados han de pensar que la mediación requiere un esfuerzo de multitud de profesionales en una labor social de gran calado. Si cada profesional aporta lo mejor de si y convierte su egoismo y su visión de negocio, en colaboración y entendimiento, la mediación será un éxito.

Javier Puerta Velasco
Mediador- Experto en Resolución de Conflictos
javier@suarezypuertamediadores.net
Tel.Fax 91 1308393
Móvil 610253067

domingo, 14 de abril de 2013

REDES SOCIALES, ABOGADOS, MEDIACIÓN Y ESTRUCTURAS SOCIALES

REDES SOCIALES, ABOGADOS, MEDIACIÓN Y ESTRUCTURAS SOCIALES

En mi adolescencia me enseñaron que a la hora de abordar un tema, sea cual fuere, era preciso empezar por definirlo y acotarlo para su mejor entendimiento. En la medida que en el foro se plantea un tema como el de la influencia de las redes sociales en nuestras vidas y los problemas que plantean, me parece necesario centrar el asunto y abordarlo desde una perspectiva un poco diferente a la que se formula en diversos foros. Me explico.
El concepto “red social” está desarrollado y descrito por las ciencias sociales (sociología, antropología,..) a fines de los años 20 del siglo pasado y comienzos de los treinta  y no supone más que la constatación de que somos seres sociales cuyos vínculos se estructuran en forma de un entramado. Bien, pero no parece ser éste el problema que plantean quienes mantienen sus escepticismo sobre la funcionalidad y beneficios de las redes sociales.. Parece que al  relacionar el término “red social”  con la consideración de “tecnológica”, los problemas se acumulan.
Pero  si somos seres que viven y se desarrollan gracias a sus vínculos, en definitiva a sus relaciones, ¿cómo es posible que si interviene la técnica y la tecnología nos asalte el miedo, la preocupación y la inquietud?
En mi modesta opinión, la red social de internet aporta lo que llamaría un “plus de vértigo”, esto es, cada uno de nosotros puede estar en tiempo real vinculado de alguna manera con decenas o cientos de personas, aunque esta vinculación pueda ser muy superficial. Es la primera vez en la en la historia de la humanidad que esto ocurre y creo que todavía no sabemos afrontarlo. De ahí ese vértigo de una escalada geométrica en el número de vinculaciones y en la facilitación de las mismas.
Es verdad que las redes sociales de internet, no es necesario decir nombres porque están en la mente de todos, deben implementar un número significativo de mejoras, que van desde las referidas a la seguridad del usuario a las relativas a las políticas de privacidad de las mismas y que, en muchos casos están infrautilizadas o usadas de una manera poco conveniente.
Pero, si damos al César lo que es del César, debemos reconocer que son, al menos así lo piensa un servidor, potencialmente buenas.
Démosles, sus meritos:

1.    Efecto de Híper-realismo

Se que muchos colegas y expertos llaman a este efecto: “instantaneidad”  y se refiere a que nos muestra tal y como somos en tiempo real o, para algunos, tal y como nos presentamos.
2.    Este efecto de híper-realidad tiene cuando menos importantes ramificaciones que hemos podido constatar y seguiremos constatando en el futuro:

2.1    En lo que se refiere a la situación político social y a la utilización de las redes sociales  por los mass-media no sólo nos ha permitido conocer en vivo y en directo las enormes transformaciones políticas y sociales habidas en todo el globo, sino que, lo que es aún más importante, son estas mismas redes sociales elementos indispensables para esas transformaciones. Recordemos la denominada “Primavera Árabe” y tengamos presente que no habría sido posible sin la participación activa de las redes sociales para propiciar el cambio.
2.2    En lo educativo y formativo nos muestran de manera palpable cómo se genera la información, cómo se almacena y cómo puede transformarse para facilitar el conocimiento y, en la medida en que es factible la interconexión, vemos como este aprendizaje, como este conocimiento se logra por multiaportación, de tal manera que el vehículo es a la vez recipiente de un nuevo estilo de servicio de enseñanza y multireceptor de ese conocimiento.
2.3    Excelente recurso para la investigación de todo orden y para la realización de trabajos corporativos o multifactoriales, que faciliten, gracias a la deslocalización, tareas que requieran organización y esfuerzo colectivo en cualquier parte del mundo, en tiempo real y, al mismo tiempo, desarrollar una investigación sobre nuestro propio trabajo y sobre el de nuestros competidores. Como se señala en diversos informes y estudios de e-commerce las empresas aún no están debidamente concienciadas de la importancia de las redes sociales como canal productivo, formativo  y amplificador de relaciones y tampoco siguen las pautas debidas de contacto con sus clientes. Igualmente, en lo que concierne a los despachos de abogados sólo los grandes despachos y, en especial, los grandes despachos financieros han percibido la necesidad imperiosa de implementar  un desarrollo de sus redes sociales, con objeto de que puedan funcionar desde cualquier parte del mundo como si fueran un despacho único localizado y organizado, pero, a la vez, muy funcional. Los despachos pequeños, unos por desconocimiento, otros por temor, todavía permanecen en la etapa analógica.
2.4    En lo afectivo, las redes sociales nos han permitido mostrar también nuestros sentimientos y emociones y vincularnos a otros, creando familias, parejas y relaciones diversas. Y, es verdad, también ha habido sus desengaños, sus quebrantos amorosos y demás rupturas. Pero es que estos quebrantos, engaños, rupturas, fraudes sentimentales están también en nuestra naturaleza de humano y poco o nada hay que imputar a las redes sociales. Esto es, engañamos, defraudamos, mentimos, etc,etc,etc,…
Pero no se trata de hacer loas, ni mostrar una negatividad exagerada al uso de las redes sociales.
Habitualmente se acusa a las redes sociales de algo así como colaboracionismo para la comisión de delitos de toda índole y de conductas asociales. Pero vuelvo a preguntarme: ¿no será que las redes sociales, por su propio funcionamiento, por las dimensiones planetarias que conllevan, por la multiplicidad de conexiones, en definitiva, por su propia naturaleza, no serán también el propio reflejo de nuestra propia naturaleza?, ¿no será que nuestro lado más turbio se refleja con mayor nitidez?
Entremos en materia. Casos típicos y, por desgracia, en franco crecimiento. Videos de material pornográfico o pseudopornográfico que se cuelga en internet por las redes sociales en las que aparecen adolescentes y tristemente niños en situaciones de alto contenido erótico. La culpa no es de “aquel maldito tango” como habría cantado Carlos Gardel. Es verdad que estas empresas de recepción de ese tipo de material tienen mucho de lo que avergonzarse y además lo difunden por todo el planeta a una velocidad de vértigo. Pero, sin, por supuesto, ser abogado del diablo, también hay que decir lo siguiente: uno, alguien habrá grabado ese vídeo. Pues quien lo hizo tiene también mucha responsabilidad. ¡Ojo! Muchas veces son los mismos adolescentes los que graban esas escenas y las difunden y, posteriormente, se hacen los de no haber roto un plato. Y yo digo, ¿no estamos descubriendo además de un profundo desconocimiento, una quiebra moral y familiar respecto a la educación y formación de esos adolescentes? Dos, además muchos padres cuando se ven obligados a intervenir para hacer que esas empresas borren los videos en los que aparecen sus hijos, disculpan la acción de sus vástagos con “mi niña fue engañada”, “mi niña no ha sido”…hasta en los momentos de total y absoluta evidencia. Luego, creo que estamos asistiendo a una rebaja ética, moral, familiar terriblemente preocupante.
Otros casos típicos: en el momento de escribir estas líneas, contemplo en las noticias de la televisión que en unas fiestas de cumpleaños de jóvenes en pueblos de Galicia y promovidas por las redes sociales, se han producido graves destrozos en las casas que se habían facilitado para las mismas, causando graves perjuicios a familias y enseres. Y, para mi pasmo, alguna madre ya se ha auto exculpado diciendo que “otros padres vinieron después y son los que han hecho los destrozos”.  ¿No será que estamos dando, como padres, pésimos ejemplos a nuestros hijos?, ¿no será que el concepto de “responsabilidad”, entre otros, se está marchitando como una flor en el desierto?
Creo que, como mediadores, vamos a tener que enfrentarnos a situaciones muy complejas, que son producto de dejadez, abandono, apatía educativa, actitudes y hechos tan necesarios de reformar, no sólo en España, sino en todo el orbe. Pienso que vamos a tener que desarrollar nuestro ingenio y formarnos muy bien para asumir retos para reconducir esta degradación social, moral y ética que nos invade.
No ganaremos nada con las soluciones clarifinantes, que nos señala Paul Watzlawick, ni con posturas misoneístas como nos descubre, Carl Gustav Jung, los seres humanos sólo arreglamos las cosas cuando nos proponemos descubrir, considerar, analizar y mejorar desde el conocimiento y para el conocimiento.

Querría concluir con una frase maravillosa que he aprendido de mi mujer, Constanza Suárez Lemus, experta abogada y colombiana de pro, quien me indica que la policía colombiana suele mencionar: “educad al niño y no tendréis que castigar al hombre”

                                                     Javier Puerta Velasco
                   Mediador Familiar, Civil, Mercantil, Laboral y Social Intercultural
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